viernes, 30 de septiembre de 2011

Alda Merini: Encendí una fogata en mis noches de luna

 

En las fervientes uñas del dolor

Si el dolor me embiste y me retiene
en sus fervientes uñas
y agotada siento que me asola
por una horrible zancada
que me arrastra y me derrumba toda,
gimo porque soy débil, de arcilla
mas presionando el labio ya me crece
dentro no sé qué orgullo sin mesura
por la muerte aparente, de una fibra
de demonio o de ángel estoy hecha...



Los poetas trabajan de noche
 
Los poetas trabajan de noche
cuando el tiempo no les urge,
cuando se calla el ruido de la multitud
y termina el linchamiento de las horas.
Los poetas trabajan en la oscuridad
como halcones nocturnos o ruiseñores
de canto dulcísimo
Y TEMEN OFENDER A DIOS.
Pero los poetas, en su silencio,
hacen mucho más ruido
que una dorada cúpula de estrellas.

De Tú eres Pedro


Yo era un pájaro

Yo era un pájaro
de vientre blanco y gentil,
alguien me cortó la garganta
             para reírse
             no sé.
Yo era un gran albatros
y volaba sobre los mares.
Alguien detuvo mi viaje,
sin ninguna caridad de sonido.
Pero también echada por tierra
yo canto ahora para ti
mis canciones de amor.



Canto de respuesta

Haber estado en ciertos lugares tristes,
cultivar fantasmas,
como dices tú, atento amigo mío,
no da derecho a creer que dentro
dentro de mí continúe la locura.
He seguido siendo poeta hasta en el infierno
sólo que yo buscaba de Eurídice
la casta sombra y no tengo más palabras...
Ésta, Franco, la tierna respuesta
a tu dilema: yo soy poeta
y poeta seguí siendo tras los barrotes;
sólo que afuera, sin casa y perdida
he continuado a mi pesar el canto
de la tristeza, y dentro de cada flor
de mi voz existe aún la esperanza
de que nada haya sucedido que devaste
mi surco de luz y haya perdido
la verdadera llave que me cierra a la verdad.
He caído en una trampa profunda
como dentro de un pozo empantanado.
Oh ¿quién podrá salvarme de esta imagen sagaz
que ensombrece un móvil amor?
En el fondo del pozo hay juncos de sombra
y mi grito domina las aguas.
El robusto camaleón mira desde las hórridas plantas
este secreto precipicio mío.



Encendí una fogata

Encendí una fogata
en mis noches de luna
para llamar a los huéspedes
como hacen las prostitutas
en la orilla de ciertas carreteras,
pero nadie se detuvo a mirar
y mi fogata se apagó.

De La Tierra Santa


Alda Merini: poeta italiana (Milán 1931 - 2009)
Versiones: Roberto Martínez Bachrich