miércoles, 30 de noviembre de 2011

Luciana Reif: Rezaba de día, rezaba de noche



Amen

En Cali
conocí a una mujer que
tenía la habilidad de rezar
con una sola mano.

Para sentirse más cerca de
                  dios
le bastaba con hundir sus dedos
bien profundo debajo de su falda

Rezaba de día
rezaba de noche
en el nombre del padre
del hijo y del espíritu santo.
Amén


La zafra

La vida durante la zafra
es una dulce y triste refracción del mundo.
Todo comienza en los cañaverales
donde hombres de lugares lejanos
desnudan el campo en un lento y precioso juguetear
con sus dedos, adultos y ásperos por el paso del tiempo
saben más que nadie como tratar a la caña,
hábiles para sacarle todos sus secretos, quedan
exhaustos después de cosecharla; el calor tucumano
se entrevera en forma de gotas que brotan de las manos
ajadas y dolidas de un peón que no ignora que ese fruto vital
concebido con sus fuerzas, será después de todo
azúcar que se derretirá en otra boca.
Peón golondrina conoce mas que cualquiera el sabor
agridulce de la tierra, después de despojarla terminada
la zafra partirá a otros suelos a cosechar amargos sabores.
¿Acaso no es esta la verdadera tristeza,
la de un hombre que llega a abrazar la dulzura toda
y se desprende de ella sin apenas saborearla?


Romance

Conversamos solo una vez hace diez años
pero esa charla todavía perdura
como quien  hace el amor, siendo todos los encuentros
una continúa prolongación del primero
así son nuestras charlas, nos encontramos a tomar un café,
a beber dos copas de vino, y de un momento a otro
nuestras lenguas se desentienden de los dos
se agotan en el juego del parloteo
y cada tanto hacen pausa,
cuando están a punto de despedirse, de cerrar
el dialogo, de coser el circulo que explica y previene
la próxima conversación, se arrepienten,
retroceden espantadas, se refugian en el caparazón de la garganta
y se someten al invierno de las lenguas
aguardan cautelosas, deshilvanan  las palabras
las lamen como si fueran, carne de la otra
lengua amada
se preparan para la siguiente charla
que para ellas no es otra sino la misma, la gran charla de las lenguas,
cuando nos volvemos a encontrar  y te intento agarrar la mano
mi paladar no logra contener a la prisionera,
vislumbra la punta de la otra  y retoman el juego,
se desbordan  en un baile continuo, transpiran la danza
nunca se tocan ni siquiera se raspan
como si los fonemas que escaparan por sus puntas
corrieran presurosos al encuentro
para abrazarse y amarse en el aire
y eso bastara para dejarnos satisfechos


Luciana Reif  (Avellaneda, Provincia de Bs As, 1990)
Inéditos