sábado, 24 de diciembre de 2011

Alfonsina Storrni: En el fondo del mar hay una casa de cristal



Sábado

Me levanté temprano y anduve descalza
Por los corredores: bajé a los jardines
Y besé las plantas
Absorbí los vahos limpios de la tierra,
Tirada en la grama;
Me bañé en la fuente que verdes achiras
Circundan. Más tarde, mojados de agua
Peiné mis cabellos. Perfumé las manos
Con zumo oloroso de diamelas. Garzas
Quisquillosas, finas,
De mi falda hurtaron doradas migajas.
Luego puse traje de clarín más leve
Que la misma gasa.
De un salto ligero llevé hasta el vestíbulo
Mi sillón de paja.
Fijos en la verja mis ojos quedaron,
Fijos en la verja.
El reloj me dijo: diez de la mañana.
Adentro un sonido de loza y cristales:
Comedor en sombra; manos que aprestaban
Manteles.
Afuera, sol como no he visto
Sobre el mármol blanco de la escalinata.
Fijos en la verja siguieron mis ojos,
Fijos. Te esperaba.

Voy a dormir

Dientes de flor, cofia de rocío, 
manos de hierbas, tú, nodriza fina, 
tenme prestas las sábanas terrosas 
y el edredón de musgos escardados. 

Voy a dormir, nodriza mía, acuéstame. 
Ponme una lámpara a la cabecera; 
una constelación; la que te guste; 
todas son buenas; bájala un poquito. 

Déjame sola: oyes romper los brotes... 
te acuna un pie celeste desde arriba 
y un pájaro te traza unos compases 

para que olvides... Gracias. Ah, un encargo: 
si él llama nuevamente por teléfono 
le dices que no insista, que he salido...


Yo en el fondo del mar 

En el fondo del mar 
hay una casa de cristal. 

A una avenida 
de madréporas 
da. 

Un gran pez de oro, 
a las cinco, 
me viene a saludar. 

Me trae 
un rojo ramo 
de flores de coral. 

Duermo en una cama 
un poco más azul 
que el mar. 

Un pulpo 
me hace guiños 
a través del cristal. 
En el bosque verde 
que me circunda 
—din don... din dan— 
se balancean y cantan 
las sirenas 
de nácar verdemar. 

Y sobre mi cabeza 
arden, en el crepúsculo, 
las erizadas puntas del mar.


Un lápiz

Por diez centavos lo compré en la esquina
y vendiómelo un ángel desgarbado;
cuando a sacarle punta lo ponía
lo vi como un cañón pequeño y fuerte.

Saltó la mina que estallaba ideas
y otra vez despuntólo el ángel triste.
Salí con él y un rostro de alto bronce
lo arrió de mi memoria. Distraída

lo eché en el bolso entre pañuelos, cartas,
resecas flores, tubos colorantes,
billetes, papeletas y turrones.

Iba hacia no sé dónde y con violencia
me alzó cualquier vehículo, y golpeando
iba mi bolso con su bomba adentro.


El ruego

Señor, Señor, hace ya tiempo, un día
soñé un amor como jamás pudiera
soñarlo nadie, algún amor que fuera
la vida toda, toda la poesía.

Y pasaba el invierno y no venía,
y pasaba también la primavera,
y el verano de nuevo persistía,
y el otoño me hallaba con mi espera.

Señor, Señor; mi espalda está desnuda,
¡haz estallar allí, con mano ruda
el látigo que sangra a los perversos!

Que está la tarde ya sobre mi vida,
y esta pasión ardiente y desmedida
la he perdido, ¡Señor, haciendo versos!


Alfonsina Storni  (Capriasca, Suiza, en 1892,
adoptó más tarde la nacionalidad argentina – muere en Mar del Plata en 1938)




jueves, 22 de diciembre de 2011

Ezequiel Nacusse: Estaba agotado de bailar





John

Está por llover,
John
lo sabe.

Tiene puestos los anteojos de carey
que fueron míos
el tiempo en que nos sentimos centauros.

Se desnuda en el balcón
la lluvia lo
secuestrará.

Pienso en su espalda atravesando el techo
de follaje de árboles azules
el túnel callado en el que habita
tras los lentes oscuros…

esos lentes que dejé sobre la mesa
junto a una nota que decía volveré
cuando la lluvia…

pero John, empapado y sediento,
supo que mentí.


Tribuna de enfrente

Con el revolver en la mano
tu corazón, Mi corazón,
tu puño certero, tus/
ganas de gritar, mi/
armadura de intestinos tu/
puño inmediato / ornamentado…

si me dejaras, por un momento,
anular la distancia
para festejar.


Amor de músico

Los chicos del sexto tienen
una fiesta en la terraza.
Lo sé
porque me invitaron en el ascensor
y les dije que sí, que claro, que cómo
no iba a ir y subí (unas horas más tarde)
por las escaleras...

desde que te fuiste, mi amor
no he vuelto a escuchar
la cumbia de nuestros días, por eso
cuando un grupo de muchachos despreocupados
baila tus canciones en un mix
sin igual,
me detengo junto a la puerta de la terraza
y retrocedo
retrocedo...retrocedo
hasta que mis pies alcanzan el sabor
y mis manos tu cintura y mi pelvis
tus caderas. Irene, esas caderas
que movías como un origami/ en el viento.

Los chicos del sexto me preguntaron
por qué no había ido a la fiesta de la terraza
“estaba agotado
De bailar” les dije.


Ezequiel Nacusse (Tucumán, Argentina, 1990)
De su libro inédito: Amor y otros oficios

miércoles, 21 de diciembre de 2011

José Lezama Lima: La mano o el labio o el pájaro nevaban



Muerte de Narciso

Dánae teje el tiempo dorado por el Nilo,
envolviendo los labios que pasaban
entre labios y vuelos desligados.
La mano o el labio o el pájaro nevaban.
Era el círculo en nieve que se abría.
Mano era sin sangre la seda que borraba
la perfección que muere de rodillas
y en su celo se esconde y se divierte.

Vertical desde el mármol no miraba
la frente que se abría en loto húmedo.
En chillido sin fin se abría la floresta
al airado redoble en flecha y muerte.
¿No se apresura tal vez su fría mirada
sobre la garza real y el frío tan débil
del poniente, grito que ayuda la fuga
del dormir, llama fría y lengua alfilereada?

Rostro absoluto, firmeza mentida del espejo.
El espejo se olvida del sonido y de la noche
y su puerta al cambiante pontífice entreabre.
Máscara y río, grifo de los sueños.
Frío muerto y cabellera desterrada del aire
que la crea, del aire que le miente son
de vida arrastrada a la nube y a la abierta
boca negada en sangre que se mueve.

Ascendiendo en el pecho solo blanda,
olvidada por un aliento que olvida y desentraña.
Olvidado papel, fresco agujero al corazón
saltante se apresura y la sonrisa al caracol.

La mano que por el aire líneas impulsaba,
seca, sonrisas caminando por la nieve.
Ahora llevaba el oído al caracol, el caracol
enterrando firme oído en la seda del estanque.

Granizados toronjiles y ríos de velamen congelados,
aguardan la señal de una mustia hoja de oro,
alzada en espiral, sobre el otoño de aguas tan hirvientes.
Dócil rubí queda suspirando en su fuga ya ascendiendo.
Ya el otoño recorre las islas no cuidadas, guarnecidas
islas y aislada paloma muda entre dos hojas enterradas.
El río en la suma de sus ojos anunciaba
lo que pesa la luna en sus espaldas y el aliento que en halo convertía.

Antorchas como peces, flaco garzón trabaja noche y cielo,
arco y cestillo y sierpes encendidos, carámbano y lebrel.
Pluma morada, no mojada, pez mirándome, sepulcro.
Ecuestres faisanes ya no advierten mano sin eco, pulso desdoblado
los dedos en inmóvil calendario y el hastío en su trono cejijunto.
Lenta se forma ola en la marmórea cavidad que mira
por espaldas que nunca me preguntan, en veneno
que nunca se pervierte y en su escudo ni potros ni faisanes.

Como se derrama la ausencia en la flecha que se aísla
y como la fresa respira hilando su cristal,
así el otoño en que su labio muere, así el granizo
en blando espejo destroza la mirada que le ciñe,
que le miente la pluma por los labios, laberinto y halago
le recorre junto a la fuente que humedece el sueño.
La ausencia, el espejo ya en el cabello que en la playa
extiende y al aislado cabello pregunta y se divierte.

Fronda leve vierte la ascensión que asume.
¿No es la curva corintia traición de confitados mirabeles,
que el espejo reúne o navega, ciego desterrado?
¿Ya se siente temblar el pájaro en mano terrenal?
Ya sólo cae el pájaro, la mano que la cárcel mueve,
los dioses hundidos entre la piedra, el carbunclo y la doncella.
Si la ausencia pregunta con la nieve desmayada,
forma en la pluma, no círculos que la pulpa abandona sumergida.

Triste recorre-curva ceñida en ceniciento airón-
el espacio que manos desalojan, timbre ausente
y avivado azafrán, tiernos redobles sus extremos.
Convocados se agitan los durmientes, fruncen las olas
batiendo en torno de ajedrez dormido, su insepulta tiara.
Su insepulta madera blanda el frío pico del hirviente cisne.
Reluce muelle: falsos diamantes; pluma cambiante: terso atlas.
Verdes chillidos: juegan las olas, blanda muerte el relámpago en sus venas.

Ahogadas cintas mudo el labio las ofrece.
Orientales cestillos cuelan agua de luna.
Los más dormidos son los que más se apresuran,
se entierran, pluma en el grito, silbo enmascarado, entre frentes y garfios.
Estirado mármol como un río que recurva o aprisiona
los labios destrozados, pero los ciegos no oscilan.
Espirales de heroicos tenores caen en el pecho de una paloma
y allí se agitan hasta relucir como flechas en su abrigo de noche.

Una flecha destaca, una espalda se ausenta.
Relámpago es violeta si alfiler en la nieve y terco rostro.
Tierra húmeda ascendiendo hasta el rostro, flecha cerrada.
Polvos de luna y húmeda tierra, el perfil desgajado en la nube que es espejo.
Frescas las valvas de la noche y límite airado de las conchas
en su cárcel sin sed se desbancan los brazos,
no preguntan corales en estrías de abejas y en secretos
confusos despiertan recordando curvos brazos y engaste de la frente.

Desde ayer las preguntas se divierten o se cierran
al impulso de frutos polvorosos o de islas donde acampan
los tesoros que la rabia esparce, adula o reconviene.
Los donceles trabajan en las nueces y el surtidor de frente a su sonido
en la llama fabrica sus raíces y su mansión de gritos soterrados.
Si se aleja, recta abeja, el espejo destroza el río mudo.
Si se hunde, media sirena al fuego, las hilachas que surcan el invierno
tejen blanco cuerpo en preguntas de estatua polvorienta.

Cuerpo del sonido el enjambre que mudos pinos claman,
despertando el oleaje en lisas llamaradas y vuelos sosegados,
guiados por la paloma que sin ojos chilla,
que sin clavel la frente espejo es de ondas, no recuerdos.
Van reuniendo en ojos, hilando en el clavel no siempre ardido
el abismo de nieve alquitarada o gimiendo en el cielo apuntalado.
Los corceles si nieve o si cobre guiados por miradas la súplica
destilan o más firmes recurvan a la mudez primera ya sin cielo.

La nieve que en los sistros no penetra, arguye
en hojas, recta destroza vidrio en el oído,
nidos blancos, en su centro ya encienden tibios los corales,
huidos los donceles en sus ciervos de hastío, en sus bosques rosados.
Convierten si coral y doncel rizo las voces, nieve los caminos
donde el cuerpo sonoro se mece con los pinos, delgado cabecea.
Mas esforzado pino, ya columna de humo tan aguado
que canario en su aguja y surtidor en viento desrizado.

Narciso, Narciso. Las astas del ciervo asesinado
son peces, son llamas, son flautas, son dedos mordisqueados.
Narciso, Narciso. Los cabellos guiando florentinos reptan perfiles,
labios sus rutas, llamas tristes las olas mordiendo sus caderas.
Pez del frío verde el aire en el espejo sin estrías, racimo de palomas
ocultas en la garganta muerta: hija de la flecha y de los cisnes.
Garza divaga, concha en la ola, nube en el desgaire,
espuma colgaba de los ojos, gota marmórea y dulce plinto no ofreciendo.

Chillidos frutados en la nieve, el secreto en geranio convertido.
La blancura seda es ascendiendo en labio derramada,
abre un olvido en las islas, espadas y pestañas vienen
a entregar el sueño, a rendir espejo en litoral de tierra y roca impura.
Húmedos labios no en la concha que busca recto hilo,
esclavos del perfil y del velamen secos el aire muerden
al tornasol que cambia su sonido en rubio tornasol de cal salada,
busca en lo rubio espejo de la muerte, concha del sonido.

Si atraviesa el espejo hierven las aguas que agitan el oído.
Si se sienta en su borde o en su frente el centurión pulsa en su costado.
Si declama penetran en la mirada y se fruncen las letras en el sueño.
Ola de aire envuelve secreto albino, piel arponeada,
que coloreado espejo sombra es del recuerdo y minuto del silencio.
Ya traspasa blancura recto sinfín en llamas secas y hojas lloviznadas.
Chorro de abejas increadas muerden la estela, pídenle el costado.
Así el espejo averiguó callado, así Narciso en pleamar fugó sin alas.


José Lezama Lima (La Habana, Cuba 1910- 1976)

lunes, 19 de diciembre de 2011

Mariano Blatt: Voy con los pibes, estoy con los pibes


Lo que le tocó en vida


Lo que le tocó en vida
a ese animalito
que iba caminando anoche a las 2 de la noche
con una campera
Diadora.
Todo lo que le tocó en vida
que es a la vez tanto
y a la vez no mucho:
este barrio
le tocó
esa vereda, una y otra vez
el murito
los pibes
el frío
que es a la vez tanto
los dientes
blancos
uno al lado del otro
más o menos separados
según cuál
y esa campera
Diadora
y el buzo gris
que llevaba abajo
las manos en los bolsillos
le tocó
tener que vestirse
así
con esas zapatillas
ese pantalón
y andar
le tocó sobre todo
tener que andar
alguien podría decir
es lo único que le tocó
a ese animalito
la vía del tren
allá
acá
da lo mismo
y lo mismo es a la vez tanto
aunque a veces
lo mismo no es mucho
pero a ese animalito
algo le tocó
en vida.
Lo que le tocó
en vida
a ese animalito
andar por la vereda
a esa hora
las 2 de la noche
con las manos en los bolsillos
tocando
unas monedas
la derecha
y tocando
la tela de la campera
la izquierda
y eso
izquierda o derecha
son a la vez mucho
pero ni tanto
podrían ser más cosas
las que le tocaron
en vida
a este animalito
vestido y andando
pronto
ligero
el murito
eso
el murito le gusta
estar en el murito
juntarse
ahí
con los otros animalitos
tomar del pico de una botella
de vidrio
cerveza
y fumar
envuelto
arrollado
en una hojita blanca
un montoncito
de yerba
que antes
con las manos
es decir
con los dedos
ese animalito
picó
es decir
trituró
con la yema de los dedos
y el filo de las uñas
eso le tocó en vida
entre otras cosas
picar porro apoyado en el murito
para fumar
después
con otros animalitos
que entre ellos se reconocen
como amigos
como la banda
como los pibes
así se llaman
entre ellos
la banda
o los pibes
voy con los pibes
estoy con los pibes
acá
en el murito
picando porro
fumando porro
tomando birra
hablando de nada
matándome de risa
a las 2 de la noche
a las 4 de la tarde
a las 7
a cualquier hora
ese animalito
puede pasar
por el murito
y ver
si hay algún otro animalito
miembro de la banda
y si hay
se queda
pero si no hay
también se queda
con las manos en los bolsillos
tocando
la izquierda
el nylon
que envuelve la piedra
la derecha
el celu
a ver si vibra
y si vibra
quién es
qué es
un mensaje
de otro animalito
que sabe
usar un celu
y con los dedos
más bien con la yema
puede tocar las teclas
para decirle
a ese animalito
que está en el muro
que ya va
que lo banque
así se comunican
los animalitos
cuando no están juntos
en el murito
porque cuando sí están juntos
se comunican de otra manera
se abrazan
se pasan
los brazos por atrás del cuello
y se quedan un rato
más o menos largo
según quién
según cuándo
así
uno al lado de otro
hablando
con otro
que capaz
está en frente
de estos dos animalitos
y la charla
en algún momento
lleva
a que le pegue
una piña
en la panza
porque uno le dijo
prendete de esta
es que la charla venía así
vamos a fumar
dale
prendelo
y ahí
le dijo
prendete de esta
por eso
un animalito
le pega al otro
en la panza
así se comunican
así se forman
los lazos
que unen
a la bandita
a los amigos
a los pibes
y estar unidos
es importante
porque entonces
después
cada uno
en su casa
puede recordar
algún momento
un comentario
puede ser un gesto
una risa
algo que causó una risa
más temprano
cuando estaban en el murito
recordar eso
cada uno
en su casa
en algún momento
algunos una cosa
otros otra
pero a todos
los animalitos
que forman parte
de la banda
recordar algo
les hace bien
y estar bien
es lo que les tocó en vida
a esos animalitos
por eso
es importante
tener una banda
que se junte
en el murito
y que la policía no moleste
que en paraguay siga creciendo porro
y si es posible
lo desea cualquier animalito
que nadie tenga que trabajar
por poca plata
para que haya porro
aunque sea en paraguay
que para nosotros es lejos
o no tanto
pero hay algunos animalitos
también
que saben
cosechar
que aprendieron
o intuyeron
algunos aspectos
importantes
sobre el mundo
de las plantas
saben
algunos animalitos
cómo es el tema
de la tierra
las semillas
las plantas
que crecen
el sol
el agua
es raro
piensan los animalitos
todo es raro
el murito
también es raro
es decir
que alguien haya apilado
uno arriba de otro
una cantidad de ladrillos
ni hablar
de lo raro
que son los ladrillos
es decir
que alguien
alguna vez
haya hecho un ladrillo
y haya dicho
si es que dijo
esto es un ladrillo
y poniendo uno
arriba de otro
se construyen muritos
es raro
que ese momento
en la historia de los animalitos
tenga tanto que ver
con este otro momento
también parte
de la larga historia de los animalitos
bajo este cielo
es decir
este momento en que ahora
a las 2 de la noche
algunos animalitos
forman la banda
los pibes
el grupo
y se pasan
un enrolladito
que arde en la punta
y que al llevarlo a la boca
apoyarlo entre los labios
y respirar
se enciende
arde
quema
el relleno
y el humo
entra
a los pulmones
animalitos
que aguantan la respiración
para que la sangre que pasa
por los pulmones
se lleve
algo
y eso viaja
hasta el cerebro
no sé
es raro
todo
el murito
los pibes
los animalitos
es raro
como mínimo
por no decir otra cosa
porque yo podría decir
no sólo es raro
sino que es muy lindo
es increíble
me llena de alegría
y a la vez de tristeza
que haya pibes
en el murito
fumando porro
siendo amigos
construyendo en sus corazones
un sentimiento muy pero muy fuerte
un sentimiento
que es
el sentimiento de la amistad
del amor
entre animalitos
eso me llena de alegría
podría decir
que es increíble
que es todo
y podría decir
no sé si lo dije
pero lo quería decir
todo esto que pensaba
acerca del murito
del inventor del ladrillo
de las plantas
de los que saben hacer muritos
de paraguay
y de mil cosas más.
La verdad de todo esto
bah
decir la verdad
es un poco mucho
pero tampoco tanto
es algo
no sé cuánto
pero la verdad de todo esto
es que anoche yo venía andando en bici
por ahí
y vi a un chico
caminando
con una campera
Diadora
y abajo un buzo gris
con las manos en los bolsillos
con la capucha puesta
caminando para el lado de la calle Empedrado
y yo pensé
lo que le tocó en vida
a ese animalito
estar caminando ahí
ahora
o sea
ayer
es decir
ayer a la noche.




Mariano Blatt (Buenos Aires, Argentina - 1983)