jueves, 29 de diciembre de 2011

Verónica Pérez Arango. Yo armo siempre el pan del plan perfecto


El dibujo del mundo

si el dibujo del mundo entra
dentro de la mano del niño
los pastos cosquillean en cámara lenta
y todas las hojas son posibles
sonidos del viento.


*

inventamos sobre los médanos un cuerpo flaco
hecho de horizonte, baldes y oleaje
los pelos pegados por la sal a la frente
y salar sobre pieles de gallina.

un gato con poco alimento materno inventamos
la prueba definitiva del futuro
las piruetas de toda la familia
unidas sus ramas con mujeres
heroínas y hombres
bebés.

la prueba química de dos franjas
o la intuición mágica de dos células
que se buscan en la noche de nuestra casa
hechas una para la otra ellas
son el encastre perfecto
la repetición de la especie
la supervivencia del espejo infinito.

atrás quedan la hora de la sombra y la pérdida
del fin el lugar
común del protagonismo
diluyo los contornos de los relatos cotidianos
ser invisible y amasar brazos
fuertes y leche
para vos.


*

envuelta en una casa de lanas
te imagino bajo un invierno de lluvia artificial
en un paisaje de vapores y azulejos que rumian el cuerpo.

yo armo siempre el pan del plan perfecto
cómo alimentarnos de un guiso de palabras
e imaginar que sabés que escribo que cantás en inglés
como un artista tímido que solo
brilla unos segundos por la noche.


*

soñé con una yegua marrón
ensangrentados
los muslos y un pedazo de cabeza
chorreaban témpera.

tintas entre las cerdas
sin establo ni premios una mujer
joven la besaba en los labios
para que no sufriera.

el sueño vuelve siempre como presagio o recuerdo
el sueño es denso y viscoso.
y el día no pasa de lo etéreo.


*

a la noche nos borramos las ojeras
para hablar de lo importante
de lo que nos creemos
todos nosotros
en la comodidad del presente
planeamos una revolución
con bebés armados de nombres sacados de libros.

porque confudimos ficción con realidad
pensamos en las cosas grandes que haremos
con ellos montados en los hombros del destino
evitaremos el naufragio de lo que queda
los restos del mundo
los animales salvajes y las plantas
la gente más amable las mascotas y los paseos en tren
con una bolsa plástica de supermercado como prueba de la otra era.


*

desde el mismo centro del mundo
vos y yo tenemos un poder, monarcas
de lo invisible.

quién es quién
en este juego
alguien sabe
reconocerse propio y libre al mismo tiempo?


*

antes de que llegaras a casa te veía
sitiado por delantales azules
un ejército de mujeres como lechuzas.
otras veces dormías
en una cuna transparente
o desafiabas los colores primarios
en un solar hecho a tu medida.

las mamás que estábamos
usábamos las tetas como brazos
y no podíamos soltarlos
día y noche
con el manual de instrucciones atado al cuello
debilidad y órdenes
levantadas como edificios construidos en pocos días.

las mamás que no estaban
dormían en sus camas con sus hijos
olor a caramelo, leche y cerveza
y por las mañanas salían a pasear por el límite,
naturaleza.



Verónica Pérez Arango  (1976, Capital federal, Argentina)
Inéditos




domingo, 25 de diciembre de 2011

Patricio Foglia: Este mundo no es más que una pecera hermosa y transparente


La escafandra

1

Desde el muelle, parecía tener unos
quinientos años

Primero divisé algo informe
acercándose                                                  
desde lo alto de un médano
y luego más precisamente observé                      
un antiguo traje submarino
que avanzaba con dirección a las aguas, al calor
del atardecer en la playa

Al llegar a la orilla se detuvo
y con parsimonia se colocó
una escafandra y continuó su trayecto
hasta fundirse
con el mar que lo esperaba y
ya era una fuente de bronce


2

Desde esa tarde, todas las tardes
llegaba el traje submarino
y sin detenerse un solo instante avanzaba
directo hacia el mar
con el paso seguro de un héroe griego
que conoce y acepta lo que han entrevisto
en tinieblas los oráculos


3

Cada tarde observo
su peregrinar y siento en su marcha
cómo el sol acaricia minucioso
cada grano de arena, cada roca del muelle
con la atención de un padre contrariado
que ha permanecido tal vez
demasiado tiempo fuera de casa
y la luz ilumina hasta el polvo
que flota y se esparce con la caminata
y el traje también  recibe la caricia, la demorada
bendición de la tarde


4

Yo supongo que en sus periplos subacuáticos
camina y camina
hasta traspasar una frontera
invisible, nebulosa; hasta alcanzar el éxtasis
allí abajo,
en el inmenso fondo oceánico
con toda la oscuridad circundante y los ojos cerrados
con todo un cielo líquido
gestando el brumoso oleaje
que baila sobre su cabeza


5

En su mirada -fija en el horizonte-
reluce la vitalidad de un nadador olímpico
a punto de ejecutar
su esbelto splash: su movimiento dorado


6

Esa aparición que persiste
¿Será el espectro de santa Teresa
que muere porque no muere
gozando de dolor? ¿Será
más sencillamente un recuerdo cualquiera
el recuerdo por ejemplo de mi abuela, que lloraba y se reía
al mismo tiempo
contando siempre la misma historia?
¿Será acaso el holograma
de algún ángel marítimo? ¿Quién dijo
que los ángeles no pueden bucear
si para ellos
este mundo no es más que una pecera
hermosa y transparente
y ningún lugar les está vedado?


7

En su procesión diaria, camina
directo hacia el mar
con la dicha de un devoto que ha de convertir
su cuerpo, cada llaga metálica en algo sagrado
ofrendando su carne cual cordero
a la piedad
de un dios profano y acuoso


8

Hay gente que posa el oído
en un caracol para sentir
el rumor del mar. Yo observo cada tarde
el devenir del traje,  su lentitud casi papal
y siento en mi pecho un ritmo palpitante:
la música
de un solitario atardecer en
la playa dentro de mi propio cuerpo


9

Podría haber sido una madreperla
o mejor algún vitraux representando
un arrecife de coral
Podría haber sido en verdad cualquier cosa
Hubiese preferido cualquier cosa antes que
tener que encontrarme
justo al caer la noche
con la escafandra abandonada
tan llena de preguntas, como toda calavera


10

Pasado el estupor inicial,
con la escafandra en mis manos
me tienta jugar con la máscara de un fantasma
en el medio de esta arena vacía
me la pruebo: mis ojos se vuelven alcalinos

Es medianoche y soy un autómata
mis pasos me pertenecen y no me pertenecen
y ya empiezo a sentir
la espuma en mis pies cubriendo
cada poro
de mi piel de hojalata. En derredor, cada átomo es una burbuja:
avanzo imantado hacia el horizonte



Patricio Foglia (1985, CABA, Argentina)
Inéditos