Función de circo
¡pasen y vean!
gira la rueda de la fortuna
y las lamparitas son alumbrado público
las entradas de circo
son billetes falsos
con olor a tinta fresca
a la salida de la escuela
todos queremos ser millonarios
la mujer barbuda
me levanto antes de que salga el sol
y lavo mi cara
esquivando el espejo
para estudiar mis glándulas
me acuestan en una fina cama
de metal y mientras clavan
agujas en mi cuerpo pienso
en la generosidad del faquir
si me atan recuerdo al gran Houdini
pero a la hora de entrar por el tubo de imanes
sólo quiero salir disparada
como el hombre bala
faquir
mi piel ya no te recuerda:
sólo tengo esta cama
y camino sobre brasas
puedo comer vidrio molido
o tragar una espada de acero
pero nada se asemeja al dolor
nada a esta intemperie
apenas una voz
cada vez más débil
es lo que busco recuperar
en cada nueva función
siamesas
tu cuerpo y mi cuerpo o
tal vez deba decir nuestro cuerpo
por fin encontró su lugar
en esta casa rodante
hay espejos, viejas fotos, rayos x
y tu sombra que me sigue a todas partes
al atardecer cuando la luz borronea
el borde de las cosas
repasamos la rutina
y cuando las ideas tiran en sentido contrario
me tienta el truco del mago
y su serrucho
el clavadista
la gravedad me condena a estar sujeto al suelo
por eso pongo mucho empeño
en elevarme cada vez más alto
en la escala zoológica
hasta que todo se vuelve hormiga
creo en dios y entiendo su distancia
porque seré la gota que rebalse el estanque
aún así a la hora de caer
siempre tengo
los brazos y los ojos abiertos
la jaula de los tigres a las tres de la mañana
es sólo un leve ronroneo
una misma canción con grillos y sapos:
que se duerman las fieras
y tengan sueños rojos de sabana africana
que peinen a sus hijos lamiéndolos despacio
que sean dinosaurios o parientes del rey de la selva
que se coman a un fotógrafo de la National Geographic
que acechen a sus presas
y despierten sin hambre
la domadora insiste
cuidate de mi látigo
y de la distancia que impone mi silla
cuidate de mis ojos de tigre
de mi cansancio y mis ronquidos
de los dolores de cabeza
cuidate y de mi soledad
lanzallamas
sueño con dragones
y la sed que siento no se disuelve
porque quema desde adentro
cada gota es espesa
y sabe al mismo kerosén
que enciende las estufas
en mi boca las palabras
se convierten en cenizas
la contorsionista
cada pliegue de mi cuerpo
se dibuja liviano
como un origami
puedo escurrirme
hasta la última gota o
volverme del revés
puedo hacerme pequeñita
y ser tu equipaje de mano
burlando los controles aduaneros
circo de pulgas
no comprendo
esos trucos de equilibrio
(hay otros universos
para los microscopios)
tus animales en línea de puntos
son una frontera que divide territorios
de un lado tus artes de domador
y del otro mi ceguera
Hilda Fernández Oreiro (1969 - Lanús, Provincia de Buenos Aires)
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