sábado, 4 de febrero de 2012

Andrés Boiero: No sé qué lejos estarás de todo esto



No sabe si el viento
No sabe si el viento
dejó una idea suelta
en su cabeza
intuye
-eso sí-
que los gansos
a la madrugada
cruzan el pavimento
con sus patas
de acero

(hay algo rodando
siempre
hacia abajo)

eso de atarse los cordones
en la vereda
y ver
cómo la velocidad de las cosas
indagan
lo invisible

algo más
quedó por ahí:
una pequeña
bolita
para mascar y mascar

Pavese

Pavese
estuvo en Coghlan
el martes pasado

habló con el almacenero
de la calle Plaza
fumó
en la estación del tren
y leyó
algunos de los titulares 
como si
todos nosotros
estuviéramos
detrás
de una puerta
contando los pasos
de un vecino encantado


René Char

Cuando llueve
y veo caer la lluvia
por el ventanal del balcón
ya no me pregunto
qué estarás haciendo
qué estoy haciendo yo
más que garabatear
un poema

pero tampoco soy un poeta
cuando abro un libro al azar
y leo:
"permanece junto a la ola en el segundo
en que su corazón expira"
no sé qué lejos estarás de todo esto
quizás
mucho más que yo


Andrés Boiero  (1973  - CABA, Argentina)
Inéditos

miércoles, 1 de febrero de 2012

Ezequiel Zaidenwerg: Hicimos lo que nos habían ordenado



V. Ernesto Rafael Guevara de la Serna
                                     
La lírica está muerta.
                            En esa foto
que dio la vuelta al mundo, en torno del cadáver
se ve una extraña compañía: tres
civiles (dos lo observan curiosos y el tercero
desvía la mirada); dos gendarmes
con cara de asustados; un fotógrafo
que aparece de espaldas, con tres cuartos del cuerpo
fuera de cuadro; y dos
oficiales que visten uniformes con galones:
uno mira a la cámara que le apunta el fotógrafo
mientras sostiene la cabeza inerte,
posando como un cazador con su trofeo;
el otro, que aparenta tener el mayor rango,
señala con el índice de su mano derecha
el lugar donde antes latía el corazón,
como si con su toque pudiera reanimarlo.
Con los ojos abiertos y la mirada clara,
el cuerpo pareciera querer incorporarse como un Lázaro
que volviese a la vida por un instante apenas,
para hundirse de nuevo, de inmediato,
en la muerte.
La lírica está muerta.
                                               Y me imagino
lo que estarán diciendo quienes creían en ella
para justificarlo
(lo de siempre):
que no era ella la luz,
sino que había venido en testimonio de la luz;
que vino entre los suyos,
pero los suyos no la recibieron.                                                                                                                  Lo cierto es que fue así:
era de madrugada cuando la capturamos,
herida de un balazo en una pierna
luego de una emboscada que se había prolongado
del mediodía hasta muy tarde,
bien entrada la noche.
                              En esas condiciones, así y todo,
¾aparte de la pierna, el asma le oprimía
los pulmones¾, había persistido en el combate,
hasta que su fusil quedó inutilizado por completo
por un disparo que le destruyó el cañón;
además, la pistola que portaba tenía
el cargador vacío.
       Trasladada al cuartel,
que era una escuela, al ser interrogada,
dijo que la belleza era paciencia
y nos habló del lirio ¾pero ¿cómo
es un lirio?, yo acá nunca vi uno¾,
y de cómo en el campo,
después de tantas noches bajo tierra,
del tallo verde a la corola blanca
irrumpe un día.
    Pero por estas latitudes
todo crece en desorden, sin propósito,
y yo, que vine al mundo y me crié
salvajemente contra todo y a pesar de todo,
como el pasto que surge entre las grietas del asfalto
y que los coches pisan al pasar ¾pero acá
no tenemos caminos asfaltados, y autos casi no hay¾,
no la podía comprender, a ella que había nacido para todo,
un cálculo preciso de sus padres,
una inversión de cara hacia el futuro
¾el tiempo para ella era una flecha que avanzaba con conciencia
hacia su conclusión, mientras que para mí era un ciclo regulado
no por la urgencia del deseo ni las sordas impresiones del instinto,
sino más bien por algo sagrado, aunque remoto¾;
no podía entender que hubiera abandonado
lo que fuera que hubiese dejado atrás (¿la falta de propósito
de una existencia cómoda o tal vez el exceso
de determinación?) por venir a este páramo
en donde todo crece pero nada
abunda más que el hambre,
a dar vueltas en círculos y ver cómo caían uno a uno
los compañeros, en combate contra un adversario innumerable
pero infinitamente dividido, por la gloria
triunfante de una Idea: nosotros, que nacemos
en este rincón último,
en donde la naturaleza aún
existe separada de la voluntad del hombre,
aprendemos temprano en nuestras vidas que la libertad
no es cosa de este mundo, y que el amor
es acto y no potencia.
                              Pero no dije nada.
Después se hizo un silencio:
mientras la interrogábamos, nos había llegado
la orden de matarla. (Lo de las manos fue después de muerta,
pero yo no lo vi.  Me contaron, incluso,
que habían ordenado cortarle la cabeza
y que alguien se negó).
                                Pasaron unas horas.
Un superior nos dijo que esperáramos
para ver si no había contraorden,
que no llegó (en la radio ya anunciaban su muerte).

Llegaba el mediodía. Había que matarla.

Y en cuanto al desenlace que tuvieron los hechos,
no es verdad lo que dicen: que no nos atrevíamos,
que nos emborracharon para darnos coraje,
y que ni así podíamos.
  Nosotros simplemente
hicimos lo que nos habían ordenado;
entramos en el aula en donde la teníamos
y la matamos como se mata a un animal
para comer.

Ezequiel Zaidenwerg (Buenos Aires, Argentina – 1981)
De La lírica está muerta  (Editorial Box. 2011)



martes, 31 de enero de 2012

Vinicius de Moraes: Qué desespero trae el amor


Ausencia

Dejaré que muera en mí el deseo 
de amar tus ojos dulces,
porque nada te podré dar sino la pena 
de verme eternamente exhausto.
No obstante, tu presencia es algo 
como la luz y la vida.
Siento que en mi gesto está tu gesto 
y en mi voz tu voz.
No quiero tenerte porque en mi ser 
todo estará terminado.
Sólo quiero que surjas en mí 
como la fe en los desesperados,
para que yo pueda llevar una gota de rocío 
en esta tierra maldita
que se quedó en mi carne 
como un estigma del pasado.
Me quedaré... tu te irás, 
apoyarás tu rostro en otro rostro,
tus dedos enlazarán otros dedos 
y  te desplegarás en la madrugada,
pero no sabrás que fui yo quien te logró, 
porque yo fui el amigo más íntimo de la noche,
porque apoyé mi rostro en el rostro de la noche 
y escuché tus palabras amorosas,
porque mis dedos enlazaron los dedos 
en la niebla suspendidos en el espacio 
y acerqué a mí la misteriosa esencia 
de tu abandono desordenado.
Me quedaré solo como los veleros 
en los puertos silenciosos.
Pero te poseeré más que nadie 
porque podré irme
y todos los lamentos del mar, 
del viento, del cielo, de las aves, 
de las estrellas, serán tu voz presente, 
tu voz ausente, tu voz sosegada.

Versión de Mariano Ramos


Canción del demasiado amor

Quiero llorar porque te amé demasiado,
quiero morir porque me diste la vida,
ay, amor mío, ¿será que nunca he de tener paz?
Será que todo lo que hay en mí 
sólo quiere decir saudade...
Y ya ni sé lo que va a ser de mí,
todo me dice que amar será mi fin...
Qué desespero trae el amor,
yo que no sabía lo que era el amor,
ahora lo sé porque no soy feliz.

Versión de César Conto


El día de la creación

Hoy es sábado y mañana domingo.
La vida llega en olas como el mar.
Los tranvías van por las vías
Y Nuestro Señor Jesucristo murió en la cruz para salvarnos.

Hoy es sábado y mañana domingo.
No hay nada como el tiempo para pasar.
Fue mucha la bondad de nuestro Señor Jesucristo.
Pero, por las dudas, líbranos Dios mio de todo mal.

Hoy es sábado y mañana domingo.
Al mañana no le gusta ver a nadie bien
Hoy, es el día del presente.
El día es Sábado!

Imposible huir de esta dura realidad
En este momento todos los bares están
llenos de hombres vacíos.
Todos los enamorados se toman de la mano.
Todos los maridos están funcionando regularmente.
Todas las mujeres están atentas
Porque hoy es sábado.
Hay en este momento una boda,
porque hoy es sábado.
Hay un divorcio, una violación,
porque hoy es sábado.
Hay un hombre rico que se mata
porque hoy es sábado.
Hay un incesto, una regata,
porque hoy es sábado.
Hay una función de gala
porque hoy es sábado.
Hay una mujer que es golpeada,
porque hoy es sábado.
Hay un renovarse de esperanzas
porque hoy es sábado.
Hay una profunda discordancia
porque hoy es sábado.
Hay un seductor que cae muerto
porque hoy es sábado.
Hay un gran espíritu de camorra
porque hoy es sábado.
Hay una mujer que se transforma en hombre
porque hoy es sábado.
Hay niños que pasan hambre
porque hoy es sábado.
Hay un mitin de políticos
porque hoy es sábado.
Hay un gran aumento de la sífilis
porque hoy es sábado.
Hay un ario y una mulata
porque hoy es sábado.
Hay una tensión inusitada
porque hoy es sábado.
Hay adolescentes semidesnudas
porque hoy es sábado.
Hay un vampiro por las calles
porque hoy es sábado.
Hay un gran aumento del consumo
porque hoy es sábado.
Hay un novio loco de celos
porque hoy es sábado.
Hay un garden party en la cárcel
porque hoy es sábado.
Hay una impávida luna llena
porque hoy es sábado.
Hay damas de todas las clases
porque hoy es sábado.
Unas difíciles, otras fáciles
porque hoy es sábado.
Hay un beber y un dar sin medida
porque hoy es sábado.
Hay una infeliz que va bebida
porque hoy es sábado.
Un cura pasea sin sotana
porque hoy es sábado.
Hay frenéticos cortes de manga
porque hoy es sábado.
Hay una sensación angustiante
porque hoy es sábado.

Hay la conmemoración fantástica
porque hoy es sábado.
De la primera cirugía plástica
porque hoy es sábado.
Y dando los trámites por cumplidos
porque hoy es sábado,
hay la perspectiva del domingo
porque hoy es sábado. 



Vinicius de Moraes (Río de Janeiro, Brasil,  1913 – 1980)