domingo, 22 de abril de 2012

Paula Houllé: Forma de vida




Estrategia

Ahí donde creí que sólo había recuerdos olvidados
me remataste con la floración de imágenes
y voces, entre paredes comunes
nosotros, en el refugio contra la ciudad doliente.
Todo nació en tu cabeza
cuando creí que ni sabías mi nombre
empezaste a largar palabras con la lengua
y me arrastraste con saliva hasta tu cuerpo.


Forma de vida

Leer en una plaza
bajo un árbol
un poema que dice:
una nube de polvo enorme
a ciento setenta y tres metros
de altura.
Y en ese instante mismo
alzar la vista y ver
la nube inmensa.


Desde adentro…

Desde adentro,
los sonidos del bosque nos llegan amplificados.
El vaivén de uno de los árboles más viejos
reproduce el chirrido de una puerta que se abre.
Nos da miedo imaginar la catástrofe
e improvisamos un techo con las manos.

Para subir la montaña
se necesita un termo cargado con té de hierbas
un poco de elasticidad en las piernas para dar pasos largos y seguros.
No mirar hacia atrás
mantenerse siempre atento al piso de barro
mojado que hace deslizar las zapatillas
hundirse en el lodo
rozar el precipicio.

A medida que se avanza, la montaña emana su latido.
El golpeteo de un tambor pausado que va subiendo
creciendo, se va hinchando en una silueta empinada
de una contextura más fuerte que vuelve a desafiar al aventurero.

En el camino
nos permitimos detenernos y le damos unos sorbos al brebaje.
Inflamos el pecho con valentía mientras observamos el paisaje.
La piel verde es sedosa y presenta algunos arbustos que sirven como defensa del terreno.
Es un disfraz hermoso que queremos vestir todo el año:
ponernos en la pose de cada árbol, tocar las partes de seda, las ondulaciones
caminar por la superficie rocosa, pincharnos con las espinas de carne. Sangrar.

El sendero se va ramificando en zonas propicias para la supervivencia.
Pensamos: podrían vivir comunidades enteras.
Hay potreros con cañaverales que podrían ser los arcos y ramas para la construcción de los ranchos.

A la joroba final debemos recorrerla en cuclillas porque no queremos caer del otro lado.
Tenemos de frente el cielo y a los costados las montañas que sostienen el agua.
Clavamos una bandera hecha con un pedazo de trapo y sacamos una foto
para eternizar el descubrimiento.


Mediomundo

Nunca me gustó tu nombre
viajábamos juntas apoyadas en la parte de atrás de la camioneta
¿te acordás?
vos recién aprendías a tocar la guitarra
con un cancionero comprado en alguna estación de la ruta
saludábamos a los pasajeros de los otros autos
que avanzaban rectos sobre el asfalto de la tarde

un café tumbado al borde de la mesa
tu mamá con los rulos levantados
el colorado hecho fuego
y tu papá que le temía a los chanchos

Ellos también te pueden morder ¿y sabés qué?
¡Un peligro!
¿Cómo hacer para cuidar la enfermedad con el ardor en el vientre?
Una plancha que larga vapor

a tu hermanito lo acaba de morder un pescado
no puede evitar los caprichos, llora
como vos, que todavía sos un berrinche caminando del brazo

de noche fuimos a conocer el muelle
todo flotaba
las señoras gordas escondían sus caras
monedas rojas en la sombra

nos dejamos deslizar por las maderas
los mediomundos atados
fuimos arrojando el círculo al agua
tu papá enceguecido buscaba en el reflejo
se quería tirar
tu hermanito sacudía el trofeo
la mitad del dedo masticado
y vos, una rubia brillante.


Paula Houllé (Buenos Aires, 1985)
Inéditos